Había una vez un jinete que galopaba su caballo sin respiro. Al pasar por el campo de un vecino, éste le preguntó a dónde se dirigía. El jinete le dijo: – ¡No sé, pregúntale al caballo!
Noto que nos estamos convirtiendo en “haceres humanos” en vez de seres humanos, debido a tantas exigencias, plazos y auto imposición de quehaceres. Semejantes al galope del caballo, siempre apurados por conseguir el siguiente objetivo.
El inconveniente es que cuando se consigue esa posta queremos seguir con la próxima, sin detenernos unos instantes a valorar lo alcanzado. Pero es más grave aún, no reflexionar e identificar con claridad cuál será el próximo paso a conquistar.
Considero de vital importancia hacerse todas las semanas un espacio de una o dos horas para tener un momento para uno, sin familia, compromisos, celular, mail. ¡Sólo una libreta y lapicera en un lugar libre de interrupciones donde pueda pensar y evaluar qué lo acerca y qué lo aleja de sus propósitos!
Para que pueda plasmar un mapa mental de la siguiente acción que lo acercará a su meta. No sirve de nada pensar en ponerlo en práctica, sino que debe escribirlo y comprometerse con usted.
Tener un plan contribuye mucho a tener claridad mental, una vez diagramado es más sencillo y ágil saber cuál es el siguiente paso a dar. No significa que todo saldrá al pie de la letra, ya que la vida siempre presenta vaivenes, pero es ahí donde entra el rol de la “flexibilidad” para enderezar el rumbo y continuar el camino que venía caminando.
Para graficarlo me voy a valer del funcionamiento de un “Torpedo” un proyectil que es autopropulsado debajo del agua diseñado para detonar cuando se encuentra en proximidad de su objetivo. Es fascinante su modus operandi, ya que cada cierta distancia evalúa su dirección y en el caso de haberse desviado, lo corrige virando en el sentido correcto hacia su destino.
Este tiempo de revisión es esencial y sus resultados son consistentes si lo realiza semanalmente.
¿Cual es tu reacción?
