Leyendo
Relatos Condensados 15: “SIETE VACAS”

Relatos Condensados 15: “SIETE VACAS”

                          SIETE VACAS

Luego de almorzar y limpiar la poca vajilla que había ensuciado, me quedo mirando el patio desde la ventana de la cocina, mientras bato unas claras de huevo en el plato hondo de mi abuela. Es una pieza de loza inglesa J&G MEAKIN ENGLAND que junto con otros enseres centenarios recibí como herencia. El plato en cuestión, formaba parte de un juego de 112 piezas que unos primos de ella, le regalaron para el ajuar de su casamiento, celebrado en 1.923. De aquél juego quedó muy poco, apenas tres o cuatro piezas sueltas, las demás se fueron rompiendo con el paso del tiempo; algunas por culpa de los brotes de ira familiar y otras, como consecuencia de cierta torpeza e impericia para manipularlas. Por suerte, esta partecita de aquella historia de amor de hace casi cien años, luce hoy como frutera sobre mi mesada dándole un toque retro a la cocina, detalle que me gusta mucho. Ahora, le puse tres claras de huevo que estoy batiendo mientras otra parte mía sigue mirando hacia el patio. Me duele la muñeca, cambio de mano, las claras siguen chirles, acuosas,  sin elevarse. No consigo el punto de nieve para mezclar con la masa y hacer esa torta que estoy emperrada en comer a la tarde. Bato y bato mientras mis ojos se posan en el árbol, ese árbol que él me trajo un día y parecía un yuyito. Ese árbol, mi arbolito.

Pero, ¿ qué estoy mirando ? ¡ Nada ! Ni las claras, ni el árbol mi arbolito. ¡ Nada !. Pongo atención, lo observo bien y veo que creció. Me está mirando. ¡ Sí ! y yo acá parada batiendo ruidosamente las claras en el plato de loza inglesa de mi abuela con un tenedor  EXCELSIOR grande y pesado de las famosas tiendas Gath y Chaves que también heredé y bate maravillosamente.

Escucho el tema musical de la película “ El Golpe ” que está empezando por el canal de cine clásico; la dejo de fondo como para interrumpir el silencio de la casa.

La mano que bate y duele me recuerda ponerle un ojo a las claras. Las miro. Siguen ahí, burlonas, blandengues, transparentes, como si no las hubiera zarandeado. Me enojo, empiezo a batir más velozmente, como si toda yo fuese una batidora. De repente, se cruza el reloj de pared que marca las cinco de la tarde…se viene Federico y con él, un toro embistiendo sentidos y sentimientos… lloro. Son las cinco de la tarde, no sé si en todos los relojes, pero a esta  hora el alma se me suele ir a vagabundear… y se va nomás. Mi mano sigue batiendo las claras que en un acto de terquedad caprina nunca visto, se niegan  a ser espuma. Y yo que sí y ellas que no, que sí que no, que mi espíritu por ahí, que el llanto por aquí.    

 Con la vista fija en el arbolito, que desde su verdísimo verde me mira aliviando estos ojos rojos llorosos, mi alma regresa. Ya no son las cinco de la tarde en el reloj de la pared. Las claras siguen igual, no tienen intención de ponerse en punto de nieve las muy cabronas pero me hacen reír,  reír a carcajadas como cuando era chica; río y río hasta el dolor de estómago. Así, entre carcajadas, cabras y  saldo de lágrimas, decido mezclar todo como está y ¡ al horno! Salga lo que salga, venga lo que venga, este mejunje será pastelería fina para mi paladar antojado.

Escucho otra vez el tema musical de la película “ El Golpe ”… es el final. The End.

Un “ Siete Vacas ” anduvo haciendo de las suyas, los duendes del vino coparon mi cocina y saltando de un lado a otro, contaban historias de amor, poetas y vajillas de otros tiempos. Nostálgica estuve largo rato bajo sus embrujos; pero he vuelto. He vuelto y estoy otra vez, perfectamente anclada en el sitio donde debo estar.

Hasta los próximos relatos…condensados.

¿Cual es tu reacción?
Lo odio
0
Me encanta
10
Me enoja
0
Me tenté
1
Meh
0
Ver comentarios (0)

Deja una respuesta

Tu dirección de email no va a ser publicada.

© 2024 Todos los derechos reservados.

Desarrollado por Kira Designs.

Volver arriba